EDUCADORES PERUANOS:
JOSE CARLOS MARIATEGUI:
De todas las victorias humanas les toca a los maestros en gran parte el mérito. De todas las derrotas humanas les toca, en cambio, en gran parte, la responsabilidad. La servidumbre de la escuela a un cacique de provincia no pesa solamente sobre la dignidad de los que aprenden. Pesa, ante todo, sobre la dignidad de los que enseñan. Ningún maestro honrado, ningún maestro joven que medite en esta verdad, puede ser indiferente a sus sugestiones. No puede ser indiferente tampoco a la suerte de los ideales y de los hombres que quieran dar a la sociedad una forma más justa y a la civilización un sentido más humano. Uno de los hechos que prueba más fehacientemente la lenta pero segura elaboración de una conciencia nacional –como creo haber tenido ya ocasión de remarcarlo- es el movimiento de renovación que se afirma cada día más entre los maestros. El maestro peruano quiere ocupar su puesto en la obra de reconstrucción social. No se conforma con la supervivencia de una realidad caduca.
JOSÉ ANTONIO ENCINAS:
El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en una democracia es el de maestro de escuela. Cuando la sociedad actual se sacuda del egoísmo y prejuicios que anquilosan sus vitales funciones, y cuando el maestro por su parte deje la rutina y se transforme en un líder social, entonces el magisterio habrá sobrepasado en importancia a cualquier otra actividad humana. Aquilatar el valor profesional de un médico, de un abogado, de un ingeniero, es una cuestión muy sencilla, puesto que el resultado obtenido por ellos es de orden individual y de comprobación inmediata; mientras que juzgar la labor de un maestro y apreciar el efecto producido por una determinada doctrina educativa, exige en primer término el transcurso de por lo menos un par de decenas de años y después el análisis de los factores sociales, políticos y económicos dentro de los cuales movió su actividad. El maestro pagado con los desperdicios del Presupuesto Nacional, impedido para intervenir en la política del país, es sencillamente un paria que vegeta dentro de la rutina como sistema, teniendo el favor como recompensa. Así el maestro no es un mentor de conciencias, un conductor de multitudes, un arquitecto de gran envergadura. Es simplemente un conductor de rebaños o un albañil de la aldea.
GERMAN CARO RÍOS:
El papel que juega el maestro en la comunidad es transcendental. Y añadiría que de su acertada situación depende el futuro inmediato no sólo de los niños, sino del pueblo y de la patria entera.
Tan importante función demanda, claro está, una personalidad intelectual, moral y aún física recia que lo obligue a ser un eterno estudioso, investigador, un hombre probo, austero, exigente consigo mismo y con los demásEl maestro como trabajador asalariado guarda una situación de dependencia patronal frente al Estado; forma un sector más de los explotados del mundo.
Y es más, existe una sutil maniobra patronal para apartar al magisterio de la lucha de clases, colocándolo en un plano ideal de la estructura social: el de los mansos apóstoles. Seres predestinados para redimir, sufrir y morir incomprendidos y crucificados.
WALTER PEÑALOZA:
Este es uno de los más grandes aportes del Amauta Peñaloza, que consistía en ofrecer a los educandos una educación holística, plena, total, que comprendiera no sólo conocimientos, como había ocurrido hasta entonces y que todavía ocurre en muchas instituciones educativas, sean de nivel inicial, básica (primaria y secundaria), superior y universitaria, sino también la formación laboral (en el nivel inicial y básica) o práctica profesional en nivel superior y universitario.
Una tercera dimensión o área del currículo integral que postuló Peñaloza son las actividades no cognitivas, mediante las cuales el educando internaliza y vive los valores y genera actitudes positivas. Finalmente, la cuarta dimensión o área fue la tutoría o consejería, que apuntaba a lograr un buen comportamiento de los estudiantes.
SALAZAR BONDY:
Entendida así la educación como personalización además de socialización manifiesta una dialéctica constante que opone y une las tendencias hacia lo común e interpersonal y las tendencias hacia lo singular y lo privado.
En consecuencia, una educación que logra realizar cumplidamente ambas tendencias y resuelve correctamente su tensión dialéctica, socializa y personaliza al individuo, o sea lo integra y beneficia en su individualidad, mientras que el fracaso en la consecución de estos objetivos hace de la praxis educativa un factor de deformación y perjuicio.
En consecuencia, una educación que logra realizar cumplidamente ambas tendencias y resuelve correctamente su tensión dialéctica, socializa y personaliza al individuo, o sea lo integra y beneficia en su individualidad, mientras que el fracaso en la consecución de estos objetivos hace de la praxis educativa un factor de deformación y perjuicio.
En relación con esto nos parece oponer dos formas del quehacer educativo, una negativa otra positiva. Llamemos a la primera educación adaptativa y a la segunda educación suscitadora.
El filósofo se dedica a los siguientes quehaceres:
a) Una reflexión crítica sobre el conocimiento y la acción.
b) Una concepción del mundo como una totalidad
c) Una concepción racional, universal de la existencia.
No toda reflexión es filosófica, tampoco toda educación es filosófica.
La educación es filosófica cuando despierta en el alumno la problemática universal y a iniciarlo en el pensar crítico, transcendente y orientador.
Kant decía no se puede enseñar filosofía, lo que se puede es enseñar es a filosofar. Enseñar filosofía significaría desarrollar contenidos o sea instruir.
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